Por Darel Avalus Zimertan (zimertan@yahoo.es)
Este es un artículo escrito en el 2009, cuando Obama iba a enfrentar por primera vez la votación en la ONU contra el bloqueo, para Rebelión y el sitio de la Universidad de Nuevo México, Albuquerque, cuba-L-analysis, dirigido por el profesor Nelson P. Valdés.
Se acerca la última votación adversa al bloqueo que deberá soportar Obama y algunas situaciones han cambiado, pero en esencia hay aspectos que conservan su actualidad.
Será publicado en 5 partes.
Introducción (288)
Desde hace mucho, pero mucho tiempo (tanto que es difícil precisar qué día del año 1959 comenzó semejante campaña, aunque se sospecha fuertemente del 2 de enero), hasta hoy, julio del 2009, reciben difusión en los principales medios del mundo tantas noticias absurdas en torno a Cuba que uno, compasivo e incrédulo, se resiste a aceptar que haya tontos suficientes para creerlas: si la mitad de ellas reflejara la mitad de la verdad de la realidad cubana, cabría esperar una permanente sublevación popular aplastada incesantemente por un brutal sistema represivo que forzosamente dejaría, en alguna parte, decenas de miles de cadáveres, torturadas y torturados, huérfanas y huérfanos, viudas y viudos; la hambruna del país, merecería el calificativo de galopante y sus víctimas fatales infectarían las calles de ciudades dominadas por el terror, indefensas en sus noches a merced de la violencia generalizada. No hay la menor duda de que semejantes eventos serían detalladamente televisados y documentados, por lo que forzoso resulta concluir, modificando convenientemente el conocido proverbio legal: a falta de evidencias, relevo de cargos.
Como es humanamente imposible tratar con el acierto necesario en un solo texto todos los temas que interesan a muchas personas, no enemigas de este país, que viven fuera de él o conocen tangencialmente su realidad, este texto se centrará en el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, con la autoridad que confiere a humanos legos, pero avezados, el residir en Cuba. Esta opinión –sesgada pero laica, en beneficio de su objetividad– versará sobre estas cinco interrogantes:
1.- ¿Bloqueo o embargo?
2.- ¿Causa o consecuencia del fracaso de la Revolución Cubana?
3.- ¿Quién bloquea a quién?
4.- ¿Cuáles son las mejores opciones de Cuba?
5.- ¿Cuáles son las mejores opciones de Estados Unidos?
¿BLOQUEO O EMBARGO? – ¡BLOQUEO!
Las medidas económicas de los Estados Unidos contra Cuba duran ya 47 años. Ninguna nación ha soportado tan prolongado asedio económico, <b><i>en toda la historia de la humanidad</i></b>. (Se reta a los lectores a explorar en busca de ejemplos que contradigan esta afirmación.)
El gobierno estadounidense se ha encargado de difundir sistemáticamente la mentira de que no existe “bloqueo” (económico, financiero y comercial), sino un embargo que Estados Unidos ha aplicado a Cuba, por razones que más adelante escudriñaremos. El gobierno de Estados Unidos ha esgrimido como excusa el falaz argumento de identificar exclusivamente el término bloqueo en su acepción militar de cerco, sin considerar que sus acciones multilaterales de aislamiento político en el campo del comercio, las finanzas y la economía tienen sobre la isla justamente los efectos de un cerco.
(En esos empeños de tergiversación de la realidad, las administraciones estadounidenses han contado con el complaciente contubernio de las transnacionales de la información. ¿Algún lector puede dar fe de haber leído alguna vez un trabajo periodístico en uno de los medios que responden al “pensamiento global” que discuta a fondo, con sentido crítico, cuánta mala intención y error hay en la denominación de “bloqueo” que da el gobierno cubano a un conjunto de medidas que solo merecen el calificativo de “embargo”? ¿Por qué no existe semejante trabajo?)
Estados Unidos ha falseado los hechos, porque desde el punto de vista político hay diferencias muy grandes entre embargo y bloqueo.
Canónicamente el “embargo” se refiere a: 1.-) la forma judicial de retener bienes para asegurar el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente; 2.-) una medida precautoria de carácter patrimonial autorizada por juez o tribunal o autoridad competente, con igual propósito de cumplir por el deudor sus compromisos con sus acreedores.
Como vemos, sea justa esta medida o simplemente legal, el derecho prevé la aplicación del embargo de los bienes de una persona, entidad o gobierno en el caso que probadamente se presuma que otra persona, entidad o gobierno está en peligro de ser perjudicado por aquel cuyos bienes han sido embargados. Luego, la pregunta válida es: ¿constituye Cuba un peligro para Estados Unidos en cualquier plano? ¿Se ha negado el gobierno de Cuba a discutir sus diferencias con el gobierno de Estados Unidos sin condiciones de ningún tipo? En ambos casos la respuesta es un rotundo NO. Consecuentemente, el embargo –tanto más el bloqueo que el gobierno de los Estados Unidos ha impuesto a Cuba– es absolutamente ilegal. (Ver www.cubavsbloqueo.cu, www.cubaminrex.cu).
En la práctica, la “comprensión ampliada” que del embargo ha hecho el gobierno estadounidense ha incluido su negación a comerciar con el gobierno cubano, haciéndolo aparecer como una medida puntual, individual, aséptica, despersonalizada, que muestra al público interesado –como en vitrina– sus desavenencias con su pequeño vecino.
Cabe destacar que en el mundo actual, en que todas las naciones son cada vez más interdependientes, toda vez que comparten una misma realidad planetaria, cualquier limitación comercial entre estados es una opción perversa que perjudica únicamente a los ciudadanos comunes de las naciones involucradas en la disputa, porque los poderosos, las corporaciones, las grandes compañías y las transnacionales nunca pierden demasiado en comparación con el sufrimiento que las carencias causan a las personas indefensas. Por esa sola razón la Organización de Naciones Unidas ha condenado explícitamente, una y otra vez, el uso de medidas económicas de fuerza para dirimir las discrepancias entre estados civilizados. Se entiende sin mayores esfuerzos que tanto más arrogantes y crueles son estas medidas mientras más grandes sean las diferencias entre las economías en desacuerdo. O sea que si los Estados Unidos, con su poderosísima economía, estuvieran únicamente aplicando un “embargo ampliado” (figura legal inexistente) contra la incomparablemente más débil economía de Cuba, estarían siguiendo conscientemente una política abusiva en contra de una nación soberana, con múltiples implicaciones criminales, razón por la cual la conducta del gobierno de los Estados Unidos respecto a Cuba en este medio siglo califica de ser, además de ilegal, injusta… Es un acto idéntico a la violación que sufre una mujer por el ataque de un agresor muy poderoso.
Pero el gobierno de los Estados Unidos no tiene aplicado un embargo comercial contra Cuba, con el aire de beatífica pasividad que le otorgaría un cierto y señorial “no hacer”: el gobierno del imperio estadounidense tiene impuesto un feroz bloqueo económico, mercantil y financiero contra esta pequeña isla irreductible, plagado de medidas activas con potestades espurias más allá de sus fronteras, porque Estados Unidos no solo retiene en sus bancos bienes que pertenecen al pueblo cubano y se niega a comerciar con Cuba, como correspondería a un “embargo ampliado”, sino que ha elaborado un conjunto de leyes, de vigencia probadamente supranacional y extraterritorial, que preceptúan todos los campos de actividades económicas, comerciales y financieras con el objetivo de ahogar económicamente a Cuba, mediante –entre otras muchas medidas– la prohibición del comercio hacia y desde ella no directamente de las compañías pertenecientes al gobierno de los Estados Unidos, sino de cualquier empresa en la que los accionistas principales sean simples ciudadanos o entidades estadounidenses, <b><i>independientemente de cuál sea el territorio en el que se encuentre asentada esa compañía</i></b>. Esto significa, por ejemplo, que ninguna empresa radicada en Europa, en la que trabajen europeos, puede comerciar con Cuba si la mayor parte de sus accionistas son ciudadanos estadounidenses.
Obviamente, el bloqueo estadounidense no ha renunciado al congelamiento de los fondos del estado cubano existentes en los bancos estadounidenses antes del triunfo de la Revolución y de aquellos que se generan como beneficios por actividades tales como la telefonía, las transmisiones televisivas de eventos deportivos y artísticos. Es más, el gobierno estadounidense, no conforme siquiera con impedir que el pueblo cubano administre libremente esos recursos que legalmente le pertenecen, se ha tomado la atribución completamente indebida, en virtud únicamente de su fuerza bruta (es decir, no-inteligente), de disponer de ellos para subsidiar a la contrarrevolución cubana, juicios apañados mediante, y deslegitimar a una toda la historia reciente de su vecina nación.
Ese asedio financiero ha sido extendido hasta perseguir la procedencia de los activos cubanos a fin de incautarlos en caso de que en su formación hayan participado, de cualquier modo y vía, ciudadanos o entidades estadounidenses. Adicionalmente, al estado cubano se le ha prohibido utilizar el dólar como moneda de cambio en sus transacciones comerciales. Son más las personas que persiguen activos cubanos en el Departamento del Tesoro que las que se ocupan de los indocumentados en el servicio de inmigración y extranjería correspondiente. Toda esa teratológica y nefanda actividad <i>para-crematística</i> ha motivado que algunas sociedades bancarias europeas, temerosas por el futuro incierto de sus dividendos, hayan cerrado sus operaciones monetarias en Cuba.
Entre las múltiples aberraciones jurídicas que comprende el bloqueo se encuentran algunas tan bizarras y estrambóticas como el castigo a los empresarios <b><i>no estadounidenses</i></b> que comercien con Cuba con la prohibición, <b><i>aplicable a ellos y a sus familiares en primer grado</i></b>, del ingreso al territorio de los Estados Unidos, y la proscripción de comercialización de los productos de sus empresas con entidades estadounidenses.
(O sea, que si un español, un canadiense, un esquimal o un turco, pongamos por caso, aparece como propietario de una entidad industrial, digamos, y establece convenios de trabajo con Cuba mutuamente provechosos, se expone a que ni él, ni su esposa, ni sus hijos, puedan visitar el Cañón del Colorado, las Cataratas del Niágara, el Walt Disney World, ni asistir a las premiaciones de los Oscars…)
Compone este conjunto de dictámenes alucinógenos, tomados de una surtida variedad de extravíos de leguleyos, la prohibición de que atraque en puerto estadounidense un buque de cualquier bandera que haya tocado costas cubanas en un período de 180 días anterior a la fecha de que se trate.
Cuba no podrá recibir ningún equipo o aditamento, el valor de cuyos elementos componentes producidos y patentados por los Estados Unidos sea superior al 10%. Sirva de muestra de esta absurdidad, la siguiente noticia difundida –sin acotamientos pudorosos– por una agencia tan enemiga de la Revolución Cubana como Reuters, en cuyo enunciado original hemos subrayado las oraciones pertinentes:
“<i>Petróleo
Martes 16 de junio de 2009
Una plataforma para aguas profundas comenzará a perforar en Cuba en las próximas semanas. La reserva que explorará es ‘de dimensiones muy considerables’ y ‘está bien documentada’. Es ‘la primera vez que Cuba tendrá algo de importancia estratégica para EE UU’, dijeron analistas.
Una gigantesca plataforma de perforación comenzará pronto a ser arrastrada rumbo a Cuba y podría comenzar a operar en las próximas seis u ocho semanas, bajo un consorcio internacional liderado por la española Repsol-YPF, informó Reuters citando fuentes de la industria y diplomáticos.
Aunque los detalles sobre la llegada a la Isla son aún confusos, <b>la plataforma fue finalmente hallada tras una larga búsqueda. Operadores dijeron que encontrar una instalación adecuada para perforar en aguas profundas fue complicado, pues deben utilizar tecnología con menos del 10% de componentes fabricados en Estados Unidos, según exige el embargo estadounidense</b></i>.”
El bloqueo alcanza todas las aristas de la sociedad cubana, incluyendo las referidas a la salud, el deporte, la cultura, la educación, el comercio, la industria, la agricultura, la pesca, las ciencias, la informática, la cotidianidad y todas las demás, por lo que han sido perjudicadas la alimentación, la salud, el desarrollo artístico y deportivo, el crecimiento educacional, la mejora de las condiciones de vida de millones de personas por casi medio siglo. En más de 93 mil millones de dólares hasta el año 2008 han sido documentalmente calculadas las pérdidas que han significado el bloqueo estadounidense para la economía de Cuba… El bloqueo es pues un acto idéntico a la violación que sufre una mujer por el ataque de un agresor muy poderoso ayudado por sus amigotes.
Las autoridades del imperio estadounidense necesitan que las personas del mundo entero crean la mentira de que ellos han impuesto un embargo a Cuba y no un bloqueo, para mitigar la naturaleza criminal de esta acción, para disfrazar los propósitos diabólicos que la generan alegando que sus propias virtudes les impiden comerciar con un régimen dictatorial, algo que –en el mundo de hoy, en el que bombas yanquis han cercenado la vida a cerca de un millón de iraquíes– es un verdadero fariseísmo, y –sobre todo– para culpar de las dificultades económicas que enfrenta la pequeña isla caribeña a la administración que ha elegido su pueblo y al sistema social comunista por el que ha optado, con el fin de impedir que el ejemplo de esa nación se difunda por todo el mundo y conservar así el imperio su hegemonía planetaria.
Con todo, digámoslo sin ambages, a pesar de los esfuerzos y recursos que para los Estadios Unidos significa el bloqueo económico contra Cuba en términos de enmascaramiento público y adecentamiento ciudadano, él constituye a ojos vistas una reacción tan inapropiada, impensada y estéril que nunca más ha sido utilizado por Washington para dirimir diferencias políticas con regímenes discrepantes en el continente americano (Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Ecuador y otros), y cuando ha sido aplicado en otras áreas geográficas (Irán, Irak, Corea del Norte), se ha hecho bajo el manto de la aprobación consensual <b><i>apriorística</i></b> del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Pero, ¿por qué, cuando se trata de Cuba, Estados Unidos insiste en un proceder tan torpe?
La respuesta a esa interesante pregunta es indispensable, toda vez que numerosas personas sencillas de este mundo, incluso algunas a las que les repugnaría profundamente ser consideradas de derecha, encuentran tan irracional, tan imperial, esa reacción del gobierno estadounidense hacia la pequeña isla vecina, que tratan de darse una explicación “inmediata”, momento en que se dicen cándidamente: “<i>Algo malo tienen que haber hecho los cubanos… No puede ser toda la culpa de los yanquis</i>”. A partir de ese instante, los interesados están psicológicamente listos a admitir los bulos de los fusilamientos desmedidos al triunfo de la Revolución, los ajusticiamientos extrajudiciales, las expropiaciones inmotivadas y sin compensaciones de compañías estadounidenses, la exportación <i>à outrance</i> de la revolución hacia América Latina y África y otros lindos embustes.
Tanto más se acrecienta la referida duda en los observadores legos, especialmente de las naciones del Primer Mundo, cuanto las administraciones estadounidenses posteriores al triunfo de la Revolución Cubana, lejos de haber mitigado esta acritud inicial, la han acidificado (salvo Carter, tal vez, cuya obligada ambivalencia condujo a la apertura de las Oficinas de Intereses en Washington y La Habana y al lamentable episodio del Mariel), al tiempo que los gobiernos de sus propios países primermundistas, sin que cause estupor en la población, luego de haber aceptado el canon económico de Washington, con la naturalidad esperada de tal anuencia, adoptan posiciones políticas cada vez más cercanas a las de Washington, aun si de forma ladina, oportunista y furtiva.
Esto solo empieza.