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El caso del abusivo y prolongado rechazo mundial a Estados Unidos por culpa de Cuba (V)

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¿CUÁLES SON LAS MEJORES OPCIONES DE ESTADOS UNIDOS?

A pesar de haber recibido el apoyo mayoritario de los electores del estado de la Florida, el presidente Obama no debe su alta magistratura a ese estado: la hubiera obtenido a pesar de él. Ese es un buen precedente, porque libra al nuevo presidente de compromisos ineludibles con la mafia cubano-americana floridana.

Existen indicios de que el presidente Obama, cual ha sido su tendencia conductual ante otros temas, preferiría actuar respecto a Cuba sin presiones del pasado.

La idea no es mala si esa perspectiva, como en todos los otros casos, incluyera no obviar la experiencia del pasado, o sea, si la nueva administración toma buena cuenta de los errores a que, en su relación hacia una Cuba independiente, la arrogancia y visión imperiales condujeron a las administraciones anteriores, desde Eisenhower hasta Bush jr.

Naturalmente, para Cuba nada cambiaría, si las intenciones del presidente Obama son formales, encerradas en una proclama como esta: “Muy bien, entiendo que ustedes respondieron del modo en que lo hicieron porque les pidieron la respuesta adecuada con brusquedad y coacciones diversas. Quiero eliminar las coerciones e indicarles de buena manera qué deben hacer: solo espero que lo hagan.”

Es difícil decir cómo entiende el presidente Obama, personalmente, el “problema Cuba”. Por otra parte, hay suficientes señas para pensar que la mayor parte de la “derecha prudente” estadounidense a lo más que está dispuesta es a modificar formalmente su conducta hacia Cuba, del modo en que se expresa en el párrafo anterior. Todos los discursos de la “derecha imprudente”, mientras tanto, permiten sospechar que sus representantes consideran que la política seguida contra Cuba solo puede ser modificada en el sentido de aumentar la presión y el ensañamiento con la esperanza, para ellos fundada, de provocar en el país una situación que justifique una invasión militar a la Isla, preferentemente con la anuencia o indiferencia de las potencias mundiales. En la administración estadounidense no hay una visión alternativa de izquierda.

Al mismo tiempo, es casi inaceptable que el presidente Obama, persona sagaz, según sus allegados, no comprenda que la concepción maximalista definitiva en que se ha convertido el bloqueo está destinada al fracaso.

En efecto, de acuerdo con la ley Helms-Burton, versión última de la parafernalia legislativa instrumentadora del bloqueo, la política de aislamiento seguida contra Cuba por las administraciones estadounidenses persiguen el único propósito –sin que sea aceptable ningún otro– de hacer que los cubanos renieguen de su Revolución, ajusten cuentas con sus dirigentes, disuelvan el Partido, desarticulen las Fuerzas Armadas y las del Ministerio del Interior, borren la historia revolucionaria de sus calles, escuelas, hospitales, instituciones, devuelvan las propiedades a sus antiguos miembros, incluyendo las viviendas más modestas, deroguen todas las leyes socialistas, privaticen todos los bienes, tierras y servicios de la nación, sin excluir el deporte, la salud y la educación, desestructuren todas las organizaciones sociales surgidas después del triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959 e implementen la creación de tantos partidos políticos como sean necesarios para atomizar al máximo la población de la nación cubana. La Ley Helms-Burton prevé que el levantamiento del bloqueo tendrá lugar solo después de que una comisión del Senado de los Estados Unidos realice una visita de inspección prolongada a la Isla y haga un informe detallado al Congreso de los Estados Unidos en el que confirme que todos esos puntos fueron cumplidos, que la Revolución Cubana fue derrotada en toda la línea y que no existe peligro real de que aquí resurja un movimiento social similar nunca. Si después de escuchar el informe de los relatores responsabilizados con su confección, el Congreso de los Estados Unidos de América lo estima pertinente, podría hacer la recomendación a su gobierno para que inicie gestiones tendientes a levantar el bloqueo y restablecer las relaciones con el gobierno de Cuba. En dependencia de lo escuchado, este actuaría en consecuencia… Así de fundamentalista y atroz.

Empero, justamente esa estúpida prepotencia condena la política del bloqueo, porque ¿alguien en su sano juicio cree que Estados Unidos tiene un poder económico tan grande como para conseguir doblegar la voluntad de un pueblo mediante dificultades crematísticas y carencias materiales hasta retrotraer su historia, y conseguir que ese pueblo reniegue de ella, se libre de su influjo y se presente, contrito y sin memoria, ante la fuerza que lo sojuzga para implorarle que le asigne una nueva entidad y condición, según sea su arbitrio? Y todo parece indicar que Obama está en su sano juicio.

En el “extremo racional” de la ecuación, los hechos históricos y eventos recientes de los vecinos de Cuba y de otros países tercermundistas permiten concluir que el capitalismo neoliberal, sea el díscolo habitual o su versión semi-controlada moderna que el mismo presidente Obama está ayudando a diseñar y tratando de realizar, es incapaz de garantizar al pueblo cubano los derechos sociales de los que este disfruta gracias a la Revolución. Es improbable que el presidente Obama sostenga una afirmación similar a esta ni en público ni en privado, aunque Barack Obama, la persona culta, bien podría admitir en su fuero interno que existen versiones del capitalismo inaceptables para cualquier nación, incluyendo a Cuba.

Con todo, el bloqueo es tan anacrónico y su planteamiento tan absurdo que la actual administración de los Estados Unidos tiene márgenes de acción bastante amplios.

Tal vez el primer paso serio y de gran alcance sería levantar la prohibición a los estadounidenses de viajar a Cuba y la derogación de la Ley de ajuste cubano. Es probable que en ese escenario Cuba encuentre condiciones para flexibilizar sus leyes migratorias.

En el plano político, más circunscrito quizás, pero de gran impacto, el presidente Obama está en capacidad de ordenar la liberación inmediata de los cinco anti-terroristas cubanos que permanecen cumpliendo injustas condenas en cárceles estadounidenses.

A pesar de la crisis mundial, existen factores que permiten augurar que las condiciones materiales de Cuba van a mejorar, paulatina pero sostenidamente, en un futuro relativamente cercano. Ente esos factores habría que señalar los siguientes: a.) las favorables y serias relaciones establecidas por Cuba con todos los países del mundo, especialmente con sus vecinos inmediatos y con aquellos a quienes la unen lazos históricos y de otra índole; b.) el fracaso a escala planetaria de los modelos neoliberales impuestos a los países, fenómeno que ha obligado a las potencias globales a mirar indulgentemente los esfuerzos diferentes de los más débiles; c.) los cambios experimentados en América que favorecen la realización de planes económicos complementarios entre los países de la región; d.) el fortalecimiento del ALBA; d.) el capital humano altamente calificado desarrollado por la Revolución; e.) las inversiones hechas previsora y sabiamente por la Revolución en esferas tecno-científicas muy productivas y de alto beneficio humano; f.) las medidas de incentivación de la economía que están en estudio y aplicación en Cuba.

Parece atinado suponer que el mejoramiento de las condiciones económicas de Cuba independientemente de la política de los Estados Unidos hacia su pequeño vecino, constituye una circunstancia favorable a quienes en la gran nación del Norte intentan mejorar las relaciones entre ambos países. Esto es así, porque ese giro de los acontecimientos impediría a la poderosísima extrema derecha estadounidense acusar a los promotores del acercamiento “de estar ayudando al gobierno comunista de Cuba a cambio de nada”. Todo lo contrario, esa situación podría erigirse en un incentivo adicional muy potente para que, muy a tono con la psicología imperial, Estados Unidos considerara con seriedad participar activamente en los asuntos económicos de Cuba, en busca de obtener los mayores beneficios posibles.

Así, quedará demostrado que el pueblo de Cuba, con la ayuda solidaria de sus amigos en el mundo entero destrozará el bloqueo según la siguiente fórmula:

Victoria Revolución Cubana = causa » fracaso bloqueo USA = consecuencia

Ahora sí terminamos. Resta solo destacar que, visto lo visto y escuchado lo dicho por él mismo, Obama optó por la opción de perseguir que nosotros siguiéramos las instrucciones que el imperio estaba dispuesto a dictarnos con buenos modales… La lectura obligada que exige su mensaje en que nos conmina a olvidar la historia (“Olviden todo el dolor que nuestras políticas les han causado. Nosotros, por nuestra parte, no modificaremos esas políticas” –traduce el sentido común lo que dijo en el Gran Teatro de La Habana) es lo más farisaico y cínico que le ha dicho un presidente estadounidense directamente al pueblo cubano.


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